A veces coinciden una serie me acontecimientos mágicos que no puedo encontrar otra forma mejor de llamarlos que “la triple hora bruja”. El término se utiliza habitualmente en los asépticos mercados financieros, pero a mi me gusta más el sentido que le doy yo, que es mucho más romántico.
Para mí, la “triple hora bruja” es lo que pasó el sábado pasado por la noche, en la que coincidieron 3 sucesos extraordinarios.
El primero fue el lugar en el que sucedió todo: el teatre Grec de Barcelona, mi escenario preferido en la ciudad. Lástima no haber llegado con más tiempo de antelación para pasear por los jardines iluminados.
El segundo fue el qué: el concierto de Buika. Reconozco que acostumbrarse a sus gritos desgarrados puede ser difícil en un primer momento, pero escuchar las letras de sus canciones, el sentimiento que transmite en cada interpretación y los poemas con los que va hilvanando el concierto hizo que me asomaran las lágrimas casi desde el principio.